Por Sara Quiriconi de Guerrero Libre
Transformar un nuevo hábito no es fácil, pero sin duda es posible (y a menudo increíblemente necesario). Cuando intentamos adoptar un nuevo hábito, en realidad es el doble de trabajo, ya que nos estamos desentrenando de un esfuerzo previamente programado para asumir la acción de hacer algo "nuevo" o diferente. Piense en ello: Estamos recableando nuestro cerebro.
En lo que respecta al yoga, puede haber días en los que sea más fácil dejar mi esterilla a un lado acumulando polvo que sudar. El yoga no siempre fue un hábito fácil de adoptar para mí, pero ahora que lo practico casi todos los días, he descubierto que me ha transformado mucho más allá de la esterilla. Es un viaje espiritual y mental que se ha convertido en un hábito de vida más que físico. He aquí algunos consejos que me ayudaron a convertirlo de un pasatiempo en un hábito:
1. COGER UN DIARIO
Es hora de mentalizarse, quedarse quieto y anotar algunas cosas en un papel para poder consultarlas cada vez que necesites un recordatorio.
-
¿Qué tipo de hábito de yoga quieres crear? ¿Cuántos días a la semana quieres practicar? ¿Cuánto durará (idealmente) cada práctica? ¿Dónde vas a practicar?
-
Ten clara tu intención - tu PORQUÉ - para querer este nuevo hábito. Es importante tener claro qué impulsa tus acciones.
-
Decide un mantra personal que te mantenga conectado a tu intención. Puede ser algo que repitas en tu meditación diaria, en tu práctica o en tu vida. Personalmente, utilizo la frase "El yoga es libertad" porque veo el espacio, la apertura física y la libertad mental que ofrece la práctica.
2. PROGRAMARLO
Antes de que empezaras a lavarte los dientes tú solo, tus padres te lo programaban. Tú programaste un recordatorio en tu televisor para tu nueva serie favorita. A eso me refiero: Todo tiene que formar parte de un horario antes de que se convierta en un hábito.
Programa tiempo para yoga en tu agenda o iCal. Tan importante como una reunión con tu jefe sobre un posible aumento de sueldo, es este tiempo crucial para TI y tu nuevo hábito. Tómatelo en serio. ¿Aún mejor? Programa y paga las clases con antelación para responsabilizarte de tu asistencia.
3. DEJA SEÑALES VISUALES
No puedes evitar lo inevitable. Dejar una alfombra con bloques, accesorios, música, etc. es una de las formas más visuales de recordarte tu visión. Es como tener un elefante blanco en la habitación: puedes fingir que no está ahí, pero mentalmente te llama. Y, en este caso, ¡eso es estupendo!
4. CONOCE TUS EXCUSAS Y SÉ MÁS INTELIGENTE QUE ELLAS
El primer paso del cambio es ser honesto con uno mismo. Conoce tus principales excusas para no practicar y sé más inteligente que ellas. Escribe el contrapunto a cada excusa y consúltalo cuando necesites ponerle fuego a tu propia asana.
Por ejemplo, cuando estás "demasiado cansado" para practicar, un lado del cerebro dirá: "Dejémoslo para mañana", pero el contrapunto diría: "Empecemos a fluir, sólo durante 10 minutos, y veamos qué pasa". La mayoría de las veces, aparecer es más de la mitad de la batalla.
La idea de este concepto no es esforzarse demasiado (hay muchas actividades de fitness que ofrecen eso), sino adquirir una mayor autoconciencia de tus tácticas de resistencia y crear mejores estrategias para superarlas.
5. REFLEXIONAR SOBRE LA RECOMPENSA
Después de tu práctica, coge tu diario y anota cualquier pensamiento, emoción o reflexión recogidos, especialmente en aquellos que te hagan pensar "Esta es la razón por la que practico yoga". Sepa que algunas veces, estas reflexiones serán positivas, pero no siempre. Eso forma parte del viaje del yoga, con muchos altibajos, lágrimas, sonrisas y alegrías. Al final, sólo eres tú, la esterilla, tu respiración y donde tu mente y tu cuerpo puedan llevarte.