Este es el primero de nuestra serie Practice in Focus , en la que compartimos las historias y las imágenes que captamos de los profesores y estudios que dan vida al yoga.
Para esta historia, nuestra intención era simple: celebrar a los profesores y capturar la práctica y la comunidad en acción, como realmente son. No escenificadas, no actuadas, sólo profesores moviéndose juntos, guiándose unos a otros, y dejando que la práctica unfold sea auténtica.
Nos reunimos en One Down Dog en el barrio de Echo Park de Los Ángeles con seis profesores de yoga de nuestra comunidad Manduka. Con el apoyo de la esterilla de yoga PROlite y nuestros accesorios de confianza, la práctica se desarrolló de manera que refleja tanto la fuerza del estudio y el espíritu de los que enseñan en ella.
La historia se desarrolla
Incluso antes de que se desenrollara una sola esterilla, había expectación en la sala. A medida que iban llegando los profesores, se alzaban las voces y se desplegaban las esterillas, the space el ambiente se convertía en algo cálido, vibrante e inconfundiblemente comunitario.
Seis profesores codo con codo, moviéndose no para hacer demostraciones, sino para compartir y guiarse unos a otros, intercambiando indicaciones, dejando que la práctica tomara forma de maneras inesperadas. Hubo delicadeza en los ajustes silenciosos y curiosidad en las nuevas transiciones descubiertas a mitad de la secuencia. Y hubo momentos de alegría que interrumpieron la quietud y suavizaron el flujo.

Los profesores: Historias entrelazadas
A lo largo del día, los límites entre profesor y alumno se difuminaron. Cada voz, cada estilo, llevaba su propio ritmo: algunos firmes y arraigados, otros ligeros y juguetones. La guía tranquila de Gabby ancló al grupo, mientras que la presencia juguetona y la calidez de Steven ( ) aportaron ligereza al flujo.
Pero lo que se desarrolló no fue sólo este momento en la esterilla, sino que reflejó el viaje que cada profesor lleva consigo. Años de estudio, práctica y devoción por guiar a los demás se reflejaron en cada indicación, cada ajuste, cada chispa de connection. Su presencia nos ayudó a contar esta historia, recordándonos que el papel de un profesor va mucho más allá de la demostración. Se trata de mantener el espacio, ofrecer perspectiva y devolvernos al corazón de la práctica. Sara Krish lo expresó de forma sencilla: "Enseño yoga para que los seres humanos vuelvan a casa: a sus cuerpos, a su respiración, al momento presente".
Juntos crearon algo estratificado y vivo, un mosaico de yoga que acogía todas las expresiones, todos los niveles. Una mano apoyada en un hombro, una indicación susurrada a mitad de secuencia o un descubrimiento compartido en tiempo real nos recordaron que, incluso entre profesores, todos somos, siempre, alumnos.
Conozca a los profesores
Steven Arcos - Sara Krish - Kelly Nalani - Tiffany Leonardo - Gabby Pariseau - Donna Vo
Durante el próximo mes, te acercaremos a cada uno de ellos. En el tatami, en sus palabras y en el viaje que da forma a su enseñanza.
El estudio: One Down Dog, Echo Park
Toda comunidad necesita un hogar. One Down Dog, en Echo Park, nos acogió con luz, calidez y espacio para connection.
El entorno en sí era un personaje de la historia: ladrillo visto calentado por la luz del sol, vegetación que suavizaba los bordes y luz que se derramaba generosamente por el suelo. El estudio marcó la pauta del día con una energía que animaba a practicar, amplificaba connection y envolvía cada intercambio en su encanto ecléctico.
La práctica: Apoyada por la PROlite
Todas las formas se apoyaban en el PROlite : ancladoen la estabilidad, ofreciendo facilidad en cada liberación. Los puntales se integraron en el flujo: un bloque presionado firmemente contra el suelo, una correa que alargaba un pliegue, un almohadón que suavizaba el descanso. Estas herramientas dejaban espacio para la exploración, para probar algo nuevo, para encontrarse con el cuerpo tal y como era. Nos recordaron que la práctica no consiste en la perfección, sino en la presencia.
Los momentos intermedios
La belleza del día no sólo se encontraba en las asanas, sino en todo lo que ocurría a su alrededor. Alegría que afloraba espontáneamente. Los ánimos que se intercambiaban con una mirada. Estos momentos intermedios unieron el día, convirtiendo el movimiento en memoria y la práctica en comunidad.
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Lo que culminó fue algo más que una sesión. Fue el yoga tal y como realmente vive: en los profesores que lo comparten, en los estudios que lo acogen y en las historias, las risas y la quietud que nos hacen avanzar.

